Por Sylvana Palomino, consultora senior.
ChatGPT, DALL-E, AudioBot, SlidesAI, HeyGen, MasterTools, Murf, Sounful, BigSpeak y muchos otros, son conceptos que —aunque a muchos les suenen raros o muy lejanos a su quehacer habitual— serán clave en el devenir de nuestra sociedad y, por tanto, parte importante del vocabulario personal y profesional futuro.
Y es que debemos asumir que las herramientas de inteligencia artificial, así como todas las innovaciones disruptivas, serán el verdadero motor de crecimiento de las empresas y sus respectivas industrias a futuro, tal como adelantaría el emblemático profesor de la escuela de negocios de Harvard, Clayton Christensen, inspirador de varias empresas tecnológicas como Netflix o Amazon.
Hoy en día, en todo tipo de organizaciones (pequeñas, medianas o grandes) es imperativo ser conscientes de este fenómeno e incorporarlo cuanto antes al lenguaje organizacional. Y no como una eventual herramienta para “incentivar” la productividad frente a los anunciados impactos negativos en la empleabilidad, sino que más bien como una manera de mantener una organización curiosa, flexible, pero sobre todo, innovadora.
Pero ¿qué se necesita para incentivar esta actitud dentro de una empresa?
Lo primero —como en todo desafío organizacional— es contar con la convicción de la primera línea ejecutiva de que para escapar del fantasma de la obsolescencia se requiere destinar esfuerzos, talentos e inversión para mirar el futuro y escuchar más allá de lo que ocurre en relación al core del negocio. Es decir, destinar tiempo al desarrollo de la innovación.
Xavier Ferrás, profesor de Innovación y Data Sciences de ESADE, lo explica en simple, advirtiendo que todo negocio tiene fecha de caducidad y limitar el esfuerzo de los directivos a seguir haciendo a la perfección lo que ha hecho siempre es el pasaporte a la irrelevancia.
Lo segundo, consiste en luchar contra el «empuje gravitacional, ese que está en el centro de cualquier empresa y que, por lo general, se confunde con la cultura organizacional. Justificar la toma de decisiones señalando que “esa es la forma de hacer las cosas en la compañía», resulta una de las declaraciones más nocivas que existen en el management actual.
Por último, implica entender el potencial de la inteligencia artificial y su inmensa capacidad para analizar datos y automatizar tareas complejas en base a un componente fundamental, los algoritmos.
Un algoritmo bien diseñado, entrenado y optimizado se convertirá en un apoyo estratégico en la gestión de cualquier ejecutivo de alto nivel. En palabras de un profesor del MIT “los directivos no serán reemplazados por la Inteligencia Artificial, pero aquellos que no la dominen sí serán sustituidos por otros que lo hagan”. Y eso por qué, porque un ejecutivo podrá delegar todo, excepto la responsabilidad de sus actos.
Lo anterior, da cuenta que la innovación despierta inmediatamente el sistema inmunológico de las organizaciones, levantando alertas y generando las habilidades necesarias para lograr su supervivencia en el suyo o en otros mercados.
Y esto, porque las organizaciones son similares a los algoritmos. Deben actualizarse y adaptarse de manera permanente para mantenerse al día con los cambios en los datos de entrada y las demandas del entorno, ya que solo así podrán ajustar sus parámetros y optimizar su rendimiento.
* Ilustración de portada fue generada con la herramienta Midjourney y la función Generate Fill de Adobe Photoshop.