La vocación

TIRONI en sus 30 años

9 de mayo, 2024

Me han recomendado que no lo haga, pero sería engañarlos no admitir que TIRONI se confunde con mi propia historia.

Formé parte del gobierno de Patricio Aylwin. Ahí aprendí que, para ejercer mi vocación, buscar producir un impacto positivo sobre nuestro mundo, mi lugar no era la política profesional ni la academia: era la empresa.

Así surgió la idea de TIRONI: ocupar el conocimiento de la sociología, del periodismo, de la psicología, de la ciencia política, de las ciencias así llamadas “blandas”, para crear una empresa de consultoría.

Crear una empresa, no una ONG, no un think-tank, no un grupo de incidencia, no un taller de artistas, no una organización personalista basada en la genialidad de unos iluminados. Esa fue la idea.

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¿Han visto la serie The Bear, El Oso? Si no lo han hecho por favor véanla saliendo de acá. En dos temporadas relata cómo se organiza un restaurante con ambiciones de estrella Michelin en un simple barrio de Chicago.

Se ha dicho que es una historia deportiva que tiene lugar en una cocina. Cómo se forma un equipo a partir de talentos múltiples. Cómo se aprende la disciplina de hacer las cosas de la manera difícil porque es la manera correcta. Cómo se desarrollan las habilidades y se alcanza el crecimiento personal. Cómo se adquiere, a fuerza de repetición, una meticulosidad absurda, pero que revela respeto por sí mismo y cuidado hacia los comensales. En fin, cómo se forjan la ambición y el espíritu competitivo.

‘The Bear’, dice el principal crítico de televisión del NYT, es sobre la maldición y la bendición de tener una vocación”. TIRONI ha sido más o menos lo mismo.

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Siempre intuimos que la clave de nuestro negocio era el conocimiento; no los contactos, no la astucia, no el glamour. Pero aprendimos que el conocimiento se fabrica a partir de diversas formas de saber, sin escalas de jerarquía; se fabrica con trabajo duro, prolijidad, porosidad, experimentación, y con resultados.

Nuestra organización ha buscado ser un reflejo de esta filosofía. Somos un melting-pot, no una estructura endogámica de castas o disciplinas. Somos una organización paritaria e intergeneracional a todos los niveles. Somos una organización basada en talentos individuales, no en tribus o caciques; que ofrece oportunidades de desarrollo a sus profesionales; que se arma en torno a proyectos y no a nichos; que invierte en la creación de conocimiento y en la experimentación.

Creemos en la inteligencia compartida, porque pensamos es el vivero del nuevo conocimiento.

No somos por cierto un centro académico o educativo; pero hemos contribuido con docencia en universidades, con diálogos y con la publicación de libros que han ampliado la mirada sobre las comunicaciones, las controversias, la participación, la construcción de acuerdos y el sentido de la empresa.

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TIRONI se ha vuelto una escuela de pensamiento, lo que nos llena de orgullo. Pero somos por sobre todo, una empresa, y una empresa es una institución.

Las instituciones no son siempre muy glamorosas, pero persisten. Su propósito y su cultura no se mudan todos los días. Resisten el éxtasis permanente; no temen ni a la continuidad ni a la tradición. Cambian gradualmente, no en forma alocada siguiendo impulsos o visiones mesiánicas. Crecen endógenamente, a partir de sí mismas, de su propia cantera. Poseen normas y dispositivos de gobernanza impersonales.

Las instituciones se mueven como un barco a vela, siguiendo el viento y las mareas, sin movimientos bruscos. Así lo hemos tratado hacer en TIRONI.

Varias veces se nos han acercados interesadas en comprarnos, lo que significaba renunciar a la vocación, la trayectoria y la identidad. Optamos por el camino opuesto. En 2013 la propiedad de TIRONI se vendió a una sociedad formada por sus Ejecutivos/as Claves, quienes tenemos una participación igualitaria. Creemos en la primacía del trabajo y el talento por sobre el capital económico, y lo hemos puesto en práctica.

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Hemos sido unos afortunados, lo decimos sin rubor.

Nacimos en un momento extraordinario, cuando Chile y el mundo estaban colmados de ilusiones. Esto nos abrió la posibilidad de acompañar a empresas, universidades, fundaciones, gremios y entidades del Estado, que debía aprender a lidiar con votantes, consumidores, comunidades, reguladores, competidores, estudiantes empoderados, pueblos originarios, #metoo, y así por delante.

Sin pecar de arrogantes, podemos decir que hemos estado en todas las grandes encrucijadas de estos años apasionantes. Conocemos de sus logros, como también de sus excesos, frustraciones y desengaños.

La historia de TIRONI se empalma, inevitablemente, con los famosos “30 años”; si, esos que fueran cuestionados, en particular por los jóvenes. Y aunque estamos en una fiesta, no en un seminario, me es irresistible no decir una palabra sobre esta singular coincidencia.

Como bien lo explicara Jared Diamond, toda organización, sea una civilización o un país, una ONG o una empresa, encara la amenaza de la decadencia y la obsolescencia. Los síntomas son conocidos: una leve arrogancia, un sutil acomodo, el automatismo de repetir fórmulas del pasado, una tenue fatiga hacia la incertidumbre, una ingeniosa resistencia a pasar el control.

Lo digo porque lo he vivido, y he luchado contra ello. Creo que algo de esto nos pasó como país y como generación. Confío en que no le pasará a TIRONI. 

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Antes de dar la palabra a Miguel Jofré, socio que en marzo asumió la Dirección Ejecutiva de TIRONI luego que Macarena Manzur terminara su período, quiero terminar dando las gracias.

Somos casi 80 almas, pero quienes hemos trabajado en TIRONI somos muchos más. A todos ellos y ellas les doy las gracias. Formamos una comunidad que ha tenido pérdidas dolorosas, pero que comparte con orgullo las 45 nuevas vidas que han brotado de su seno.

Quiero dar las gracias a los primeros socios de TIRONI. A mi hermano Pablo, pieza clave de lo que hoy somos. A Sol Serrano, a Mario Fonseca y a la recordada a Margarita Serrano, que creyeron en este proyecto cuando no era más que una vaga idea. A Manuel Melero, quien se sumó con una generosidad y entusiasmo que nos marcó para siempre. Y a Ascanio Cavallo, que es un referente humano e intelectual de todas las generaciones que han pasado y siguen pasando por la oficina.  

Agradezco por último a mis hijos, que compartieron conmigo el principio que el heredero de TIRONI es TIRONI, y a Andrea, mi compañera de siempre, con la cual somos socios de otra institución que ya cumplió 50 años. 

Eugenio Tironi

Socio y presidente de TIRONI

Revisa nuestro video conmemorativo y las fotos de la celebración.