Por Francesca Accatino, consultora senior TIRONI.
¿Has participado en tu trabajo, de una capacitación que realmente impacte en tu liderazgo?
En un mundo laboral marcado por la automatización, la digitalización y la incertidumbre, la formación en habilidades ha dejado de ser un complemento opcional para transformarse en una necesidad profesional estratégica. Tanto en el sector público como en el privado, invertir en capacitación genera beneficios que trascienden el aprendizaje técnico: impacta en la productividad, la retención del talento y, sobre todo, en la capacidad de las organizaciones de adaptarse a contextos cambiantes. El Banco Interamericano de Desarrollo (2023) advierte que en América Latina las brechas de habilidades —técnicas y socioemocionales— amenazan la competitividad, y subraya que impulsar programas de formación es clave para construir un futuro más sostenible y equitativo.
La evidencia es clara. Un estudio del Banco Mundial (2021) muestra que los trabajadores que reciben formación continua no solo elevan su productividad, sino que también tienen más probabilidades de permanecer en sus organizaciones, reduciendo los costos asociados a la rotación. En la misma línea, el Workplace Learning Report de LinkedIn (2002) señala que el 94% de los empleados permanecería más tiempo en empresas que invierten en su desarrollo. En mi experiencia formando a miles de personas, he sido testigo de cómo las instancias de formación no sólo aumentan la productividad y la eficiencia, sino que también fortalecen la motivación intrínseca, el compromiso y la conexión de las personas con un propósito personal y colectivo.
Las habilidades comunicacionales ocupan un lugar central en esta ecuación. El Microsoft Work Trend Index (2022) reveló que para el 96% de los responsables de la toma de decisiones y para el 95% de los trabajadores, estas competencias son las más importantes en el mundo laboral actual. Escucha activa, negociación, manejo de conflictos, storytelling u oratoria son herramientas que fortalecen la adaptabilidad y el liderazgo en escenarios de cambio acelerado, marcando la diferencia allí donde la tecnología no alcanza.
Sin embargo, no basta con ofrecer capacitación: su calidad y pertinencia son determinantes. Un estudio de la consultora Emergn (2022) mostró que sólo un 22% de los líderes consultados consideraba efectiva la formación entregada por sus organizaciones, y apenas un 35% la veía conectada con los objetivos de su equipo. Muchos programas de liderazgo no logran los resultados esperados si no cuentan con condiciones clave como evaluación sistemática, apoyo de la dirección y mecanismos para poner en práctica lo aprendido. Se trata entonces, de que el aprendizaje sea efectivo.
El desafío, entonces, no es sólo capacitar, sino diseñar programas alineados a las necesidades reales de las personas y de las organizaciones, con metodologías vivas, dinámicas y adaptables. Por poner un ejemplo, la experiencia de la pandemia nos mostró con claridad que las fórmulas habituales de gestión de crisis ya no aplicaban por eso desarrollamos en TIRONI Talleres de Comunicación de Riesgo, adaptando en tiempo récord nuestros aprendizajes a un contexto de incertidumbre que exigía flexibilidad, redes de colaboración y capacidad de iterar opciones para reaccionar rápida y eficazmente.
En TIRONI, este dinamismo se nutre directamente de la experiencia de nuestra consultoría en comunicaciones, asuntos públicos y gestión de controversias. Acompañamos a clientes en desafíos reales y complejos, y esa práctica se traduce en programas actualizados, dinámicos y llenos de casos que hacen que cada taller tenga relevancia inmediata. Innovamos constantemente para asegurar que lo aprendido se traduzca en un impacto real.
Invertir en formación de habilidades es apostar por el futuro. Es reconocer que el talento se fortalece en el aprendizaje, que las organizaciones se consolidan con líderes preparados y que la sociedad en su conjunto gana cuando quienes la integran desarrollan la capacidad de comunicar, planificar y liderar con propósito.