El poder del liderazgo femenino para transformar a las organizaciones

Por Josefina Berliner, Gerente General.

El año avanza vertiginosamente, dándonos pocas oportunidades para detenernos y mirar de manera reflexiva su paso. A pesar de que marzo terminó hace unos días, quisiera referirme a este mes, que nos invita a conmemorar y visibilizar la importancia del aporte de las mujeres en el ámbito laboral, pero también nos impulsa a reflexionar sobre los desafíos que aún enfrentamos en el camino hacia el crecimiento profesional. 

Coincidentemente, también fue mi primer mes a cargo de la Gerencia General de TIRONI, una experiencia que me ha permitido analizar con mayor profundidad las cifras y comprender de manera más tangible cómo el liderazgo femenino puede ser un motor clave para el desarrollo y éxito de las organizaciones.

Tras una primera lectura, los datos son alentadores. Según el estudio “VI Reporte de Indicadores de Género en las Empresas en Chile”, elaborado en conjunto entre el Ministerio de Hacienda, el Ministerio de Economía, Fomento y Turismo, y la Fundación ChileMujeres, en las 500 organizaciones más grandes del país, el 39,6% de su fuerza laboral corresponde a mujeres.

No sólo ha aumentado la cantidad de mujeres en estos espacios, sino también en rubros predominantemente masculinos. Por ejemplo, recientemente, la ministra de la Mujer y Equidad de Género, Antonia Orellana, destacó en la Mesa Mujer y Minería, que el sector minero pasó en 10 años de un 8% a 21,8% de participación de mujeres, lo que ubica a Chile como el segundo país del mundo con mayor inclusión de mujeres en este sector. 

Esto también se ve reflejado en el rubro del transporte, donde según cifras de la Dirección de Transporte Público Metropolitano (DTPM), 1 de cada 10 buses del transporte público en Santiago es manejado por una mujer, lo que representa un aumento de un 96% en comparación a 2021.

Sin embargo, a pesar de estos avances en materia de inclusión laboral, las mujeres tienen límites y muchas veces retrocesos. La participación de las mujeres en el mercado laboral siempre es frágil y ante eventuales crisis o circunstancias especiales suele bajar. En ese sentido, uno de los obstáculos que más sobresale es el llamado “escalón roto”, es decir, la dificultad para ser ascendida a cargos ejecutivos por primera vez. El estudio Women in the Workplace hecho por Mckinsey en 2023, destacó que por cada 100 hombres que fueron ascendidos desde el nivel inicial al gerencial, solo 87 mujeres lo hicieron.

Esto tiene su correlato en los resultados del antes mencionado reporte del Ministerio de Hacienda, Economía y Fundación ChileMujeres, que muestran que a medida que aumenta el nivel de responsabilidad dentro de las organizaciones, disminuye la participación femenina. Por ejemplo, el 25,6% de las gerencias de primera línea son ocupadas por mujeres y un 22,1% en el caso de las mujeres en los directorios. Es más, el 36,4% de los directorios de las 500 organizaciones más grandes están constituidos solo por hombres.

Ante este escenario, como sociedad, debemos seguir trabajando por tener un ambiente laboral más inclusivo, que aproveche talentos de mujeres y hombres, y que genere condiciones de igualdad para el desarrollo profesional, de modo que todas y todos podamos desplegar nuestras capacidades y aportar a nuestro lugar de trabajo con lo mejor de quienes somos. 

Una situación así encontré en TIRONI, cuya estructura de liderazgo cuenta con 6 mujeres socias y 3 mujeres líderes en áreas transversales. Además, de los 22 jefes de proyecto de nuestra consultora, 15 son mujeres. Estas cifras no son solo datos, sino la demostración concreta de que cuando se generan espacios de crecimiento en igualdad de condiciones, los liderazgos femeninos emergen con fuerza y aportan valor a la organización.

La participación de las mujeres en estos roles ofrece una oportunidad única para transformar a las empresas y organizaciones. No solo contribuyen a diversificar los estilos de liderazgo, sino que también promueven la adopción de políticas más inclusivas y equitativas, como la igualdad salarial y el desarrollo igualitario dentro de las organizaciones, en sintonía con la promoción de prácticas sustentables.

No obstante, no debemos perder de vista el sentido. No se debe instrumentalizar esta participación como un mecanismo para cumplir con objetivos de inclusión, sin abordar las desigualdades sistémicas que persisten dentro de las organizaciones. El enfoque debe estar puesto en dar oportunidad a estos liderazgos, y valorarlos por sus contribuciones y su capacidad para generar cambios, promoviendo una verdadera transformación organizacional.